HABILIDADES SOCIALES
Después de ver todas las actividades y programas llevados a cabo por mis compañeros, y por nuestro grupo en clase, voy a realizar una breve reflexión a cerca de cómo me sentí en cada uno de ellos, y de lo que he aprendido en estas sesiones.
El primer grupo, me sentí bastante violenta en un principio, ya que empatizaba bastante con su situación, pero no entendía muy bien por qué no había preparado otra alternativa o posible solución, pero a medida que pasaba el tiempo, me fui dando cuenta de que en realidad ese era su conflicto. Además mi postura era bastante pesimista o realista (depende como se vea), ya que decía que nadie les iba a cambiar el día por diferentes motivos, que no estaban todos los miembros del grupo, que no lo tenían bien preparados, etc. En cierto modo sentí que les estaba “hundiendo” con su propuesta de salir al jardín, pero veía que no había solución posible.
En el segundo grupo, llegué tarde a su clase, sólo estuve presente en la actividad de bailar, la cual me resultó difícil ponerme en situación, en primer lugar porque no bailo (tengo mala coordinación, jejeje) y porque en el salón de actos de la universidad no me sentía cómoda para ello, además todos nos mirábamos entre nosotros. Intenté realizar una “conga” para animarnos un poco, pero las componentes del grupo nos dijeron que de manera individual, por lo que enseguida dejamos de bailar. Posteriormente, al bailar con otra persona, era diferente, parece que te sentías como respaldada por esa persona para realizar el baile, sentías que ya no eras tú sola la que hacías el ridículo sino que todos lo estábamos haciendo a la vez, y cada uno estaba centrado en su baile sin fijarse en el de los demás. (Bastante tenía en coordinarme con mi pareja y no pisarla).
El tercer grupo, al principio no entendía por qué planteaban el conocer a una persona, aunque más tarde lo comprendí, y el juego de la mano me resultó muy fácil ya que lo conocía. Después, todas las personas de mi grupo contestamos que cuanto más conoces a una persona, más conflictos se tienen pero a la vez es más fácil solucionarlos, por ese mismo motivo. En última instancia se nos planteó que dijéramos un conflicto, en mi grupo nadie se aventuraba a decir ninguno, pensaban que eran personales, pero en mi caso, como ese día estaba bastante enfadada por el tema del póster de la universidad, pues no me supuso ningún esfuerzo comentar mi conflicto, aunque no pudimos obtener muchas soluciones respecto al problema, ya que no estaba en nuestra mano ninguna de las posibles soluciones, excepto la de hablar con mi tutora de prácticas.
En lo que se refiere al cuarto grupo, he de reconocer que me gustó bastante su exposición audiovisualmente hablando, pero en muchos casos me sentía desubicada, no sabía muy bien en el punto en el que estábamos, ni me centraba en la situación, se pasaba de la situación de la madre, a la del niño, a la del colegio, etc. Además el hecho de que estuvieran los miembros del grupo, en los grupos que se formaron en clase condicionaba bastante la situación. Por una parte era normal que se pusieran, ya que éramos pocos en clase, pero por otra parte, creo que dijeron demasiadas cosas anticipándose a lo que ocurriría después. Aunque, como he comentado, me sentí bastante descolocada, he de decir que la síntesis final, me aclaró bastante todo lo que habíamos hecho a lo largo de la sesión.
En el quinto grupo, participé como voluntaria en el role playing, en donde era la madre de la niña que quería ser trapecista. No se nos dieron ningún tipo de pautas, simplemente que queríamos que nuestra hija estudiara y que se la quitara esa idea de la cabeza. La verdad que enseguida Jesús y yo nos metimos en el papel, pero tuve que cambiar mi postura de madre agresiva a una más comprensiva, ya que veía que Jesús era el que llevaba las riendas de la situación y acaparaba la mayor parte de la entrevista con la hija y con la orientadora. Hay algo que quiero destacar de los grupos que estaban como observadores, y es el hecho de que se fijaran en la comunicación no verbal analizando mis posturas y movimientos.
En cierto modo también sin quererlo, empatizaba con la postura de la psicopedagoga, por lo que poco a poco, fui cambiando mi rol agresivo a uno más intermedio, pero he de reconocer que aprendí bastante de esta situación ya que se puede dar a menudo en un colegio.
Por último nuestro grupo, teníamos preparadas dos actividades para llevar a cabo en clase, durante una hora, pero el tiempo se nos “echaba encima” y tuvimos que acortar las actividades. En las dos actividades no había ningún tipo de pautas establecidas para los grupos, queríamos que fuera algo participativo y activo, ya que simplemente las que venían en el papel, y ellos tenían que defender esa postura ante el comité de sabios. He de reconocer que en ocasiones me sentía que presionabamos bastante a los grupos con el tiempo, pero en realidad era del que disponíamos para realizar las dos actividades. Sentí que la gente ponía un gran interés en resolver los conflictos, aunque no vieran la forma de poder solucionarlo, eso es muy gratificante, y desde aquí dar las gracias por la dedicación y el interés mostrado hacia nuestra actividad.
Gracias a estas actividades y programas, he aprendido a que todo lo que hemos realizado en clase se puede extrapolar a los problemas cotidianos que tenemos habitualmente, bien sea con nosotros mismos o con otras personas, amigos, familiares, compañeros de trabajo, etc. Y creo que esto es una muy buena forma de poner en práctica las habilidades sociales, ya que también me he podido percatar de las habilidades que tengo y de sus carencias; y de esta forma poder profundizar en ellas. Además esto nos puede servir mucho en nuestra labor como psicopedagogos, tanto para realizar programas de resolución de conflictos, como para llevarlos a la práctica con alumnos, un profesor que tiene problemas en su aula, y conflictos entre los propios alumnos.
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Úrsula -